Las fábricas de Stellantis, Seat o Ford han tenido que parar o reducir su actividad a la vuelta de vacaciones. El sector, que arrastra problemas graves de abastecimiento de microchips, también tiene que vérselas con una demanda menguante: las compras se redujeron un 11 % en los siete primeros meses del año.
No es el único sector que está lidiando con una caída de las ventas. La tecnología y el pequeño comercio también acusan el repliegue de los clientes, para quienes la cesta de la compra se ha encarecido un 10,4 % respecto a hace un año. Esa escalada de los precios y la incertidumbre sobre el futuro económico ha empujado a los ciudadanos a ahorrar.
Ese afán por contener el gasto, bien por necesidad o por lo que pudiera venir, está repercutiendo en la actividad diaria de las fábricas españolas, que sigue estancada en los 49,9 puntos -por debajo de los 50, la economía se contrae-, según el índice actualizado de actividad manufacturera de S&P (PMI). En el mes de agosto, las factorías notificaron una caída de los nuevos pedidos, la quinta en solo seis meses. Ese desplome es más acusado en el caso de los pedidos de exportación. Y aunque la producción aumentó ligeramente respecto al mes de julio, lo cierto es que ese frenazo se está cobrando puestos de trabajo.
Pérdidas de puestos de trabajo
«Las empresas en general también redujeron sus plantillas por segundo mes consecutivo», explican analistas de S&P, quienes apuntan que ese descenso del empleo en el mes de agosto está vinculado a las menores necesidades de mano de obra de las compañías cuando caen los pedidos. Este dato respaldaría la predicción que hizo esta semana la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien anticipó unos datos malos de paro en el mes de agosto -se publicarán este viernes-.
Lo que sí se observa, como nota positiva, es una tendencia a la baja de la inflación en los precios: «La atenuación se vinculó en parte a una menor incidencia de retrasos en los suministros. Aunque los plazos de entrega se alargaron de nuevo en agosto, el grado de deterioro fue el más bajo registrado en dos años», señalan desde S&P.
Aumenta el riesgo de recesión
Ese ajuste del empleo en España contrasta con la tendencia todavía positiva en la eurozona, donde sigue aumentando, aunque al ritmo más débil del último año y medio.
Los principales motores de la economía europea están gripados. De hecho, la actividad se ha contraído con más fuerza y por tercer mes consecutivo en el bloque. Según los datos de agosto, Alemania (49,1) e Italia (48) han registrado peores índices de actividad que España. «Aumenta la posibilidad de que el PIB caiga en el tercer trimestre. Los indicadores a futuro sugieren que es probable que la desaceleración se intensifique en los próximos meses, lo que significa que los riesgos de recesión han aumentado», señalan desde S&P.
La inflación en el conjunto de las 19 economías de euro alcanza ya el 9,8 %, solo seis décimas menos que en España. Los altos precios energéticos están permeando por todos los eslabones de las cadenas productivas, hundiendo los nuevos pedidos: «Refleja el deterioro del poder adquisitivo en toda Europa, en medio de una alta inflación. Los fabricantes redujeron aún más sus actividades de compra en respuesta al panorama económico cada vez más sombrío», explican los analistas. Esta situación ha llevado a las fábricas a aumentar el volumen de sus stocks a niveles de 1997.
Por el momento, solo los Países Bajos, Irlanda y Francia aguantan el tirón. La actividad empresarial todavía se expande ligeramente.
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